miércoles, 7 de febrero de 2007

Enemigo Interior: El Culto a Sigmar

El Culto de Sigmar fue creado en muy poco tiempo, una vez se le dió por desaparecido, gracias a un misterioso ermitaño que llegó a las puertas de Reikdorf, la ciudad que crecería para convertirse en Altdorf. El ermitaño proclamaba que había tenido una visión de Sigmar rodeado por otros dioses. En el corazón de la ciudad se erigió un hermoso templo y tal era el poder de la leyenda que durante una generación fue adorado como dios. A su debido tiempo, el culto se convirtió en un clero liderado por el primer Gran Teogonista Johann Helsturm. El auge del Culto de Sigmar fue muy rápido y en poco tiempo, contaba con miles y miles de seguidores. Helsturm se convirtió en uno de los hombres más poderosos del Imperio. El poder de la iglesia de Sigmar aumentaba con el paso de los años y su organización se hizo más estructurada y unificada. Sigmar se convirtió en el patrón del Imperio y de sus habitantes, que se denominan a si mismos el pueblo de Sigmar.
El Culto a Sigmar llega a todos los lugares del Imperio, incluso a lugares donde existe el culto a otros dioses como Ulric, Taal, Rya... Todos los habitantes del Imperio se reconocen como el Pueblo de Sigmar o los Hijos de Sigmar, e incluso el Emperador es el Heredero de Sigmar, independientemente de cuáles sean sus ancestros. Como la relación de Sigmar con el Imperio sigue manteniéndose activa, suele representársele como el símbolo de la nación.
El Culto de Sigmar está íntimamente asociada con el estado y la familia imperial. De todos los dioses, Sigmar se considera el dios del Imperio como una entidad política y, para muchos de sus seguidores, este alto nivel de reconocimiento del estado es uno de los aspectos menos atractivos de los templos sigmaritas. Los individuos más espirituales lo contemplan como una imposición sobre el dios personal. Como resultado, se han desarrollado muchas subsectas que adoran a Sigmar a su propia manera. Por consiguiente, de todos los dioses del Imperio, Sigmar es el que inspira una mayor discusión teosófica el que cuenta con una mayor variedad de credos y prácticas religiosas. Además del Templo Sagrado de Sigmar, hay muchos grupos y varias disciplinas teológicas. Y, aunque podría darse un sentimiento de rivalidad entre ellas por las diferencias de pensamiento tan profundas, existe una creencia universal en el poder de Sigmar que es respetada por todos. Solo en ocasiones, en las sectas más radicales esta rivalidad se convierte en disensión. En los casos más extremos, ha provocado la aparición de cultos de autoflagelación, paladines, mendicantes, estilitas, eremitas, apocalípticos, procesionales, etc.
En todo el Imperio está bien visto honrar a todos los dioses. La muestra de respeto a los dioses es una señal de buenas maneras y está asociada al desarrollo de la ética y la inteligencia. La irreverencia a los dioses o el desconocimiento expresado abiertamente Se considera una señal de poca educación e ignorancia y, además, se considera mala suerte. Incluso los sacerdotes de un dios particular muestran el respeto adecuado hacia los otros dioses y espíritus en situaciones apropiadas. Los habitantes del Imperio rinden culto a muchos dioses, aunque Sigmar es, sin lugar a dudas, el más ampliamente venerado.
El Gran Teogonista ha continuado dirigiendo el Culto de Sigmar desde los primeros días del Imperio y ha designado a dos archilectores a su cargo. Bajo estos archilectores hay un buen número de lectores normales que administran las regiones del Imperio. Cuando Sigmar pasó de la mortalidad a la divinidad, los caudillos de las tribus controladas hasta entonces por el Emperador, temieron por el futuro de sus tierras. Pero, en lugar de caer en una guerra civil, decidieron que los próximos emperadores serían elegidos y de esta forma, apareció la figura del primer conde elector imperial.
El poder de la iglesia creció y se expandió con rapidez, y no pasó mucho tiempo antes de que el Gran Teogonista fuese elegido elector, por lo que su decisión tenía gran relevancia a la hora de decidir un nuevo emperador. Con una voz tan poderosa en el Imperio, los dos archilectores a cargo del Gran Teogonista fueron designados electores, para disgusto del Culto de Ulric.
Hoy en día, esos puestos están la cargo de Volkmar ( Gran Teogonista) Aglim y Kaslain (Archilectores de Sigmar.)
El Culto de Sigmar cuenta con tres órdenes: la Orden del Martillo de Plata, la Orden de la Antorcha y la Orden del Yunque y cada una de ellas se dedica a un aspecto distinto de la teología. Los sacerdotes del Martillo Plateado recorren las tierras del Imperio expulsando a los herejes, aniquilando pieles verdes y difundiendo la fe en el culto a Sigmar. Los sacerdotes de la Orden de la Antorcha administran las iglesias y los templos de Sigmar, oficiando sus ceremonias religiosas, mientras que la Orden del Yunque es una orden monástica que se dedica al estudio e interpretación de la palabra de Sigmar.

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