Como señor de los excesos y del poder creativo, su esfera de influencia incluye la música, el arte y la pasión; y, como personificación de la complacencia en todas sus formas, los encantos de Slaanesh resultan altamente adictivos y aquellos que siguen sus pasos, al poco tiempo, se ven seducidos por los vicios del orgullo, la arrogancia y los excesos. Debido a su belleza y su atractivo divinos, a Slaanesh se lo representa provisto de un encanto tangible y absolutamente irresistible. De tipo esbelto, extremidades largas y gran elegancia, el dios es completamente andrógino y desafía el orden natural del universo. Es capaz de arrebatar el alma del cuerpo de sus enemigos mientras estos se quedan atónitos contemplando con adoración y anhelo las profundidades ocultas de sus brillantes ojos.
En las sociedades secretas ocultas en el corazón de las ciudades más grandes y entre las clases altas más decadentes de la sociedad es donde los cultos herméticos a Slaanesh prosperan. ¿Cuántos habrán caído, sin darse cuenta, bajo el dulce abrazo de Slaanesh al sucumbir a los pecados de los excesos? ¿Cuántos grandes líderes de los hombres habrán acudido al Príncipe Negro del Caos para conseguir su puesto o para ganarse el apoyo y el respeto de sus iguales? Slaanesh extiende ávidamente su poder a costa de las debilidades de los mortales y se regocija con la devoción que le profesan sus fieles.
Los paladines de Slaanesh son líderes majestuosos y carismáticos adorados por sus seguidores y que consiguen atraer a enormes contingentes de personas. No es difícil caer presa del atractivo que desprenden dichos individuos: a pesar de que, a medida que se enfrasca más en sus propósitos, el paladín se va distanciando cada vez más de sus seguidores, su actitud distante y su apariencia extramundana no hacen más que promover aún más su adoración.
En las sociedades secretas ocultas en el corazón de las ciudades más grandes y entre las clases altas más decadentes de la sociedad es donde los cultos herméticos a Slaanesh prosperan. ¿Cuántos habrán caído, sin darse cuenta, bajo el dulce abrazo de Slaanesh al sucumbir a los pecados de los excesos? ¿Cuántos grandes líderes de los hombres habrán acudido al Príncipe Negro del Caos para conseguir su puesto o para ganarse el apoyo y el respeto de sus iguales? Slaanesh extiende ávidamente su poder a costa de las debilidades de los mortales y se regocija con la devoción que le profesan sus fieles.
Los paladines de Slaanesh son líderes majestuosos y carismáticos adorados por sus seguidores y que consiguen atraer a enormes contingentes de personas. No es difícil caer presa del atractivo que desprenden dichos individuos: a pesar de que, a medida que se enfrasca más en sus propósitos, el paladín se va distanciando cada vez más de sus seguidores, su actitud distante y su apariencia extramundana no hacen más que promover aún más su adoración.
Los honores de Slaanesh son extraordinarios, por lo que los paladines de Slaanesh se enorgullecen inmensamente de los dones que el Príncipe Negro les ha concedido y se abandonan a las alabanzas con las que los simples mortales se dedican a halagarlos.
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