Tzeentch es El Que Cambia las Cosas y el cambio forma parte de la mismísima naturaleza del Caos, así como de la energía siempre cambiante a la que los mortales llaman magia.
También se le conoce como Tchar entre los Bárbaros del Norte, y su nombre siempre es sinónimo de cambio.
Sin embargo, en todas partes se le conoce como el Gran Conspirador, un manipulador muy sutil que posee una sabiduría exhaustiva. Todos sus planes son siempre rebuscados y de un alcance vastísimo, pues se extienden a través de un número inimaginable de eones y resultan incomprensibles y contradictorios para toda mente mortal. Él es el Maestro Manipulador, el que mueve los hilos del destino y el que rige la suerte tanto de sus seguidores como de sus enemigos. Tzeentch no tiene una forma concreta, aunque normalmente se manifiesta como una luz nebulosa que cambia de color constantemente. Su marca a menudo representa la serpiente sinuosa del cambio y suele bendecir a sus demonios y paladines con espeluznantes mutaciones, más que cualquier otro Dios del Caos, aunque muchas veces suelen estar ocultas como su naturaleza conspiradora. Su piel y su armadura resultan un flujo constante que cambia de aspecto y de color y que forma rostros grotescos que no paran de lanzar carcajadas y de reírse de sus adversarios y que siempre repiten sus palabras utilizando cada vez matices nuevos e inquietantes.
Tzeentch recompensa a los que le sirven con poderes mágicos superiores que estos utilizan con gran destreza para deformar la realidad a su antojo. Los chamanes de las tribus del Norte le dirigen todas sus plegarias, le ruegan poder gobernar por encima de los caudillos guerreros y le suplican fortuna en todo lo referente a las actividades mágicas. A la larga acabarán por recibir el don de la mutación muy por encima de cualquier otra cosa o bien, llegado el momento, aceptarán esta mutación con gran entusiasmo.
Tzeentch recompensa a los que le sirven con poderes mágicos superiores que estos utilizan con gran destreza para deformar la realidad a su antojo. Los chamanes de las tribus del Norte le dirigen todas sus plegarias, le ruegan poder gobernar por encima de los caudillos guerreros y le suplican fortuna en todo lo referente a las actividades mágicas. A la larga acabarán por recibir el don de la mutación muy por encima de cualquier otra cosa o bien, llegado el momento, aceptarán esta mutación con gran entusiasmo.
En el Imperio y en los demás reinos del hombre, los adoradores de Tzeentch se agrupan en sociedades secretas a través de las que cada uno trata de aumentar su rango y su influencia. Los más vulnerables a las promesas del Gran Transformador son los hechiceros, los estudiosos y demás personas cultas que aspiran a saber más para, en el fondo, obtener más poder. El líder de cada una de estas sectas normalmente recibe el nombre de Magister, el hechicero más poderoso de todos los miembros de la secta, los cuales se clasifican en distintos grados de afiliación. Estas organizaciones son tan herméticas y complejas que el único que conoce la identidad de todos los miembros del culto es el propio Magister.
Muy pocos de entre todos los seguidores de Tzeentch consiguen llegar al final del largo camino que conduce a ser nombrado paladín, pero estos pocos se convierten en los paladines más formidables de los Dioses Oscuros. La recompensa que reciben consiste en unas habilidades guerreras excepcionales y en los extraordinarios poderes mágicos del Señor de la Magia.
Muy pocos de entre todos los seguidores de Tzeentch consiguen llegar al final del largo camino que conduce a ser nombrado paladín, pero estos pocos se convierten en los paladines más formidables de los Dioses Oscuros. La recompensa que reciben consiste en unas habilidades guerreras excepcionales y en los extraordinarios poderes mágicos del Señor de la Magia.
Esta combinación tan mortífera los convierte en enemigos muy peligrosos, líderes muy astutos y guerreros imponentes que dirigen sus ejércitos echando mano de una intuición infalible. ¿Cómo se puede vencer a un adversario que parece adelantarse a todos tus movimientos?
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