Este ejercicio propone que escojas un espacio, objeto o práctica cultural de
tu propio entorno (doméstico, privado y/o personal, o de cualquier otro que
conozcas bien) para realizar una suerte de auto-micro-etnografía.
El salón, como si de un aula polivalente se tratara
Para el estudio antropológico y cultural del salón, Vvo necesario
explicar la formación de mi familia y los horarios de los padres, ya que el
salón es un lugar de encuentro de conciliación familiar dada la oposición de
estos. Me explico:
Yo, padre de la familia, trabajo a la tarde de 15:00 a 21:00 y mi mujer,
Raquel de 8:00 a 14:30, durante la mañana mi hija Luar están conmigo (dos años
de edad) y Arnoia va a sus clase de Educación Infantil (cinco años de edad) de
9:00 a 12:30 y de 14:30 a 16:00.
Por la mañana la casa es prácticamente de Luar y mía, a la tarde
Raquel, Arnoia y Luar son las que la habitan.
Por la noche, a partir de las 21:00 todos estamos juntos, y los fines
de semana todos juntos.
La casa está ubicada en Madrid, España, en una zona centro de clase
media cerca del río Manzanares.
El espacio
El salón, cuarto de estar, comedor… nombre atribuidos a la estancia
donde se hace la mayor parte de la vida en familia, dentro de mi hogar.
Lugar grande de una única puerta, ancha, que permite el acceso a la
habitación rectangular con amplias ventanas en uno de sus extremos estrechos
del rectángulo que es su planta, para que pueda entrar bien la luz tan
necesaria en nuestra vida y tan abundante en nuestro país.
Al lado del ventanal una puerta de cristal que da acceso a la terraza,
pero ese es otro lugar, el salón queda constreñido entre las otras tres
paredes.
La lectura del especio empieza inevitablemente por el sofá de tres
plazas con chaiselongue, frente a él, la TV.
El sofá es llamativo, de color rojo plano, lleno de manchas debida a
la actividad de niños pequeños, cómodo, buscado un relax después de las largas
horas de trabajo, y preparado para afrontar la (larga también) jornada de
descanso y convivencia.
Nada queda ya de esos sofás antiguos, con estampados, y separados uno
de otro. Aquí se busca el confort, el poder tumbarse, con los mandos de la
televisión y aparatos de conexión audiovisual que imperan en el s. XXI.
La televisión preside la otra pared, no está escondida, es plana,
negra, sobria, con aspecto ceremonial; pues de eso se trata, de la ventana al
mundo del pasatiempo, información y algo de divulgación. Nada en comparación
con las primeras que tenían este tipo de hogare, pequeñas, aparatosas, con
pantalla curva de cristal gordo, llena de reflejos.
Enmarcando a la televisión tenemos un mueble minimalista, de colores
lisos, de mala madera, que no puede soportar muchos libros, pero es que estos
cada vez escasean mas, tan solo se encuentran los que tiene grandes fotos, o
novelas gráficas, los cómic, los tebeos que han tomado el relevo a los clásicos,
tampoco existen ya recuerdos o las famosas figuras de cerámica de nuestros
padres tenían en decoración, tan
solo figuras del merchandising de la nueva cultura pop (a cierta altura para
evitar manipulaciones por parte de las hijas), esa en que los referentes no son
conseguidos por su calidad artística, sino por su calidad exterior, su envoltorio.
¿Qué guardan entonces la librerías? Imágenes en movimiento, cuatro estanterías
verticales que contiene más de
doscientos DVD, el séptimo arte y el noveno han destronado al de la literatura.
Destaca en un trozo de pared la trasformación de esta en pizarra,
necesaria para la organización familiar del día a día.
Los cuadros no son tales, son nuevamente imágenes de lugares a los que,
o bien se ha llegado o están en proyectos por llegar, prueba de la actividad y
reconocimiento de las propias acciones de la familia.
Existen dos mesas, de dos alturas y que marcan claramente los dos
espacios y la dos funciones que desempeña fundamentalmente la habitación. La
mesa baja está entre el sofá y la televisión, de negro brillante, está llena de
manchas y rayas por su superficie, demostrado su constante uso por los cuatro
miembros.
La otra, es alta, el lugar de las comidas, desayunos y cenas, con
mantel rodeada de por cuatro sillas, la función es obvia.
Por último la decoración navideña, dadas las fechas, es fruto de la
herencia religiosa de sus mayores la casa es adorna con espumillón, luces y
figuras sin sentimiento religioso los pocos espacios vacíos que quedan.
La mañana
Desayunos y comidas es la actividad estrella de los cuatro miembros de
familia, se hace sobre cualquiera de las dos mesas aunque la baja suele tener
el protagonismo, dadas las prisas de los mayores por organizar el día no se
sientan, y son las niñas las que, frente a la televisión encendida, empiezan su
jornada usando cojines como asientos mientras llenan de manchas de leche,
galletas y Cola-Cao, la mesa.
La televisión es la estrella, hay veces que está toda la mañana
encendida, una razón más para justificar su situación e importancia, pero en
este horario tiene una misión acompañadora.
Sintonizado canales infantiles la pequeña Luar irá llenado el espacio
cercano a la mesa baja de juguetes traídos de su habitación, seintenta estar
con ella, pero las obligaciones de mantener la casa al día (colocar, limpiar,
ropa, hacer la comida, etc…) dejará, al padre de familia, intermitentemente
entrar y acompañar a la pequeña.
Es por eso que Luar busca el salón y la compañía de sus juguetes y la
vigilancia de la televisión: desde la estancia puede contralar las idas y
venidas de su padre, puede jugar y se puede entretener con la ventana al mundo
de fantasía que es la televisión.
A las mañanas por tanto, el salón, se transforma en una estancia más
que limpiar y colocar para el adulto, pero en una fortaleza de compañía y juego
para la menor.
Es verdad que pasado el mediodía, el salón usa su parte final, el
comedor. Las niñas comerán en compañía, y con ayuda, de su padre, leyendo uno
de los cuentos infantiles que ellas elijan, en la mesa alta, en los lugares que
han sido elegidos por ellas.
Llama la atención lo sencillo e injusto que fue esa elección, el
puesto más cercano a la televisión es de la hija mayor, Arnoia, ya que fue la
primera en venir al mundo y poder elegir, lo que deja a la segunda, Luar, en
una sufrida posición para ver la televisión, ¿es por eso que se evita ver la
televisión mientras se están haciendo actividades en la mesa?
La tarde
El salón se transforma en un salón de juegos, como si de un parque
infantil se tratara, aunque las niñas tienen sus habitaciones, la falta de
contacto con su madre les obliga a estar presentes donde ella está, el salón.
Las pocas puertas que tiene el armario que soporta la televisión se
abren de para en para sacar un colorido surtido de rotuladores y ceras,
material de pintura y de recorte, mucho del cual acabará dañando el mobiliario,
o ensuciándolo, pero es un riesgo asumido.
Y es entonces cuando conviven la televisión, el trabajo en el portátil,
la música y los juegos de construcciones, las cunas de muñecos y los cacharros
de cocinitas.
No hay espacio habilitado, todo vale, los cojines que bien están en el
cuello pasan en un segundo al suelo para ser colchón de un muñeco de plástico
que llora ficticiamente..
Cuando se acerca la hora del baño empieza entonces a imperar el orden.
Raquel, que hasta ahora ha estado intentando descansar, atender a las niñas,
merendar, dar de merendar a las niñas, trabajar, preparando su clase del día
siguiente, comienza a ejercer su autoridad mandando recoger y transportar los
juguetes a la habitación de las niñas.
Esta es la parte mas caótica de la función del salón, es cuando se
destroza, los objetos se mueven de sitio, se manchan , se pintan, se estropean.
Sin embargo, empieza a aparecer cierto, las niñas usan su imaginación
para transformar la mesa alta en una tienda de campaña, bajo el aviso que luego
tiene que estar recogido, y así pasa, una transformación temporal que lleva al
salón de su lugar habitual a ser una selva, un mar, un parque de bomberos, un
colegio, un hospital, en resumen: todo un reino de la fantasía.
La noche
Cuando cae la luz no es un interruptor el que hay que dar, sino varios,
dependiendo de la acción y los miembros de la familia que están…
Son cuatro puntos de luz donde ubicarte, una cenital, una parcial y
otras dos indirectas.
La cenital servirá para alumbras las acciones de todos a la vez, salvo
cuando se está viendo la televisión en familia, ritual que se disfruta en
oscuridad. Son momentos de mucha actividad, y por ello necesaria toda luz.
La parcial abarca la mesa de comer, o de pintar, o de escribir,
trabajar y jugar. Permite dar cierta ceremonia a las acciones allí realizadas, porque
deja en oscuridad el resto de salón, aunque es fácil encontrarte a otro de los
miembros de la familia que no se ha sumada a la mesa del comedor, tumbado en el
sofá, leyendo, jugando… incluso durmiendo.
Las luces indirectas son
las mas usadas, o al menos, las mas deseadas. Una vez las niñas dormidas los
adultos pueden disfrutar de su
intimidad en común. Puede resultar paradójico, pero se crean dos ambientes, uno
frente al otro, que permiten sumergir a cada uno en su rutina nocturna.
Esas luces se asemejan a paredes de hormigón que aíslan pues cada uno
estará a la suyo, aunque un gesto de uno al otro, un llanto de una de las
niñas, o cualquier otro imponderable que tiene la noche en familia les sacara
de su estado, para hacerles trabajar en común.
Y se ha decidido así por cultivar una unión, que exista un contacto
visual, nada de cada uno en un cuarto a ver la televisión, corregir exámenes o
leer un libro.
La cadena musical también se comparte, se disfruta de música a la
noche mientras no se realicen actividades muy cerebrales, hay que lo que se
comparte también micho es la televisión, nuevamente.
Pero en este caso no será de una manera pasiva como ha ido haciendo el
resto del día, ahora la televisión será activa, será fuente de información al
principio para transformarse en otra de entretenimiento: una película, una
serie de TV que reste al final sueño a la pareja.
El Fin de Semana
No hay una actividad radicalmente diferente, aunque hay que
mencionarlo brevemente, la familia suele aprovechar para ver a otros familiares
(primos, abuelos) por lo que no suelen comer en casa, y las mañanas es una
actividad parecida a las de la tarde, pues uno de los adultos deberá ir a la
compra, lo dejará al otro en las mismas condiciones.
Las noches también son muy parecidas, aunque si que es cierto que la
noche del sábado al domingo, ya que no hay una obligación de levantar los
tiempos se dilatan y relajan.
El salón siguen el ritmo de la familia, y es quizás cuando más se use el sofá, grande para que se
pueda jugar y tumbarse en él los cuatro miembros de la familia, que muchas
veces, como si de animales en estado natural se trataran, se abracen,
retuerces, acaricien y muerden sin hacerse daño, pero no sobre un suelo de
naturaleza, sino sobre unos muelles recubierto de tela, el sofá.
Conclusión
Diversidad, adaptación, convivencia generacional, eso es el salón.
Ya no es la regia “sala de estar” en familia con comportamientos
correctos y educados, con decoraciones preparadas para ser observada y poco
funcionales que se podrían haber visto en nuestros padres.
Este salón, el de mi casa, es un lugar donde criar a hijos, compartir
comida y juegos, leer, trabajar, y como no, ver la televisión, de manera activa
o pasiva.
Resulta muy gratificante poder analizar los usos que se hacen de este
espacio, ha sido hasta revelador y me han saltado preguntas que, por desgracia,
no he podido responderme aún.
Me quedo asombrado de la importancia, por un lado del análisis de algo
cotidiano e (ante una primera opinión) intrascendente, lo bien que consigue
desmembrar la familia y sus costumbres y actitudes.
Encuentro satisfactorio este trabajo de observación y análisis del
medio natural y doméstico como fiel reflejo de la realidad social y cultural de
nuestra generación y país.
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