jueves, 24 de noviembre de 2011

Relato Skaven


Capítulo 1º:  Dejando el Hogar

Zar´Krit el Rojo (llamado así por el color de su pelaje) estaba furioso, tras haber sido convocado por el Consejo de los Trece aun no podía creerse que lo enviasen lejos de Plagaskaven y de su ingenioso plan para destruir la ciudad de Nuln. Llevaba meses planeando cada detalle, minucioso como el mas astuto de los Skavens había ideado el plan definitivo que permitiera erradicar a las cosas-humanas de la ciudad de Nuln. Su plan maestro que consistía en cavar cientos de túneles bajo la ciudad para después llenarlos de explosivos y a continuación detonarlos, era del todo infalible. No podía fallar, la ciudad se hundiría bajo su propio peso y todos esos inútiles humanos morirían en el acto y los que no lo hicieran se convertirían en sus esclavos. Su plan estaba a prueba de fallos y nada podría dejarle sin su gran hazaña, o eso pensaba, pero ahora que el gran Consejo de los Señores de la Descomposición lo había convocado para darle nuevas órdenes, su destino se esfumaba.
Tras azotar a decenas de esclavos para aplacar su furia era del todo incapaz de creer en su mala suerte, tal vez algún otro caudillo temeroso de su gran poder lo había saboteado con sus politiqueos, tal vez aquel Vidente Gris que dejo morir sepultado en sus pruebas para hundir los túneles bajo Nuln le había lanzado antes una maldición, tal vez… Daba lo mismo, frustrado y de un humor que se tornaba más oscuro cada segundo que pasaba se dirigió hacia las madrigueras, donde se concentraban sus fieles tropas (se había ganado nuevamente su fidelidad tras mandar asesinar a los jefes de escuadra hace apenas un par de días).
Los planes del consejo de los Trece eran del todo imprecisos, tenía que abandonar la capital Skaven a toda prisa para dirigirse a las Montañas Grises y tomar una posición de gran interés cuyo valor real no le había sido revelado. Allí entraría en contacto con un ingeniero del clan Skryre que se uniría a su manada y le daría mas detalles de la operación. En otras circunstancias habría considerado un gran honor que le confiasen tal misión, pero no ahora que estaba tan cerca de convertirse en el más grande skaven de todos los tiempos tras hacer caer al fin la ciudad de Nuln.
Nuevamente su mente volvía a evocar aquella descomunal ciudad hundiéndose bajo sus cimientos en un gigantesco cráter, cientos, no… miles de esclavos estarían bajo su poder y podría optar a tener un sillón en el Consejo… Furioso, mas aun si cabe, continuó azotando a sus esclavos que chillaban con voces agudas y lastimeras durante unos minutos mas.
Por lo que Zar´Krit sabía, el control de las Montañas Grises hace ya mucho que pertenecía a los Skavens tras expulsar a las cosas-enanas de allí casi en su totalidad, grandes tesoros habían sido descubiertos y encumbraron al Clan Mors a la cima del poder en la sociedad Skaven. Si tan importante era el encargo que le habían hecho, era lo más sensato poner al frente de la operación a algún astuto general del Clan Mors, que conocería mejor que nadie aquellos intrincados túneles y catacumbas. Por desgracia en Consejo de los Trece no le había dejado lugar a la réplica y habían sido tajantes con los plazos, debían salir de inmediato y sin demora hacia su nuevo destino.



Tras examinar concienzudamente a sus tropas (acto que consiste en anotar aquellos skavens que lo miran mal para después mandarlos asesinar, no sea que pretendan usurparle el puesto) sonrió por primera vez en muchas horas. Sus regimientos de mayor confianza de Guerreros de Clan se erguían orgullosos ante él con sus armas bien afiladas, las Ratas Ogro que tanto sacrificios habían supuesto para sus arcas rugían feroces y hambrientas en el fondo de la madriguera, mientras sus cuidadores intentaban evitar que devorasen aun mas esclavos.
Dentro de muy poco sus valientes tropas (lo suficiente según el canon de valor skaven) aplastarían y devorarían a las cosas-enanas que intentasen interponerse en su camino y, quien sabe, quizá alguno de esos magníficos tesoros ocultos acabasen en sus garras para engrandecer aun mas su nombre.
Con una señal de su temible arma, grabada con toda suerte de blasfemas inscripciones, sus tropas se pusieron en marcha y avanzaron a la carrera por los túneles subterráneos que comunican Plagaskaven con las Montañas Grises, en un par de días habrían llegado a su objetivo revelando así el destino que les aguarda…

Continuará…

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